La Diosa Salvaje

A veces la vida que queremos no nos llega, esa que nos conviene no es la que nos reserva el destino, si es que el destino existe, y todo se tuerce. Podemos tener las mayores convicciones sobre cómo queremos llevar una vida, lo que queremos hacer, lo que estamos dispuesto a admitir.

Trabajamos, ponemos precio a nuestro trabajo, consentimos según sea el salario y la falta que nos haga, y pensamos que tenemos que estar viviendo la vida día a día, sin mas…

Y de pronto aparece alguien a quien podemos llamar como queramos, y en este caso, el protagonista de nuestra historia la denominó

#30 La Diosa Salvaje

Ésta hizo que, de pronto la vida se torciera, se parase, e intentase prolongar ese momento en que la conoció lo máximo posible…

Estaba disfrutando… Todos sus planes se derrumbaban, todos sus objetivos se venían abajo, todo lo que pensaba que era su vida se desvanecía.

Así pues, mientras disfrutaba, su mente se debatía, dudaba, se desesperaba… Pero de una u otra forma, había que terminar el trabajo, quien te lo manda no se anda con tonterías y quiere que las cosas se hagan como él quiere, no cómo tu quieres…

Piensas, planeas, buscas salidas hasta que te presionan para que lo hagas, porque si no, le darán el trabajo a otro, y eso no te conviene, lo necesitas.

Decidido, te preparas, aprovechas los momentos, saboreas cada hora y cada minuto… Y por fin, te decides, te auto-convences de que es eso precisamente lo que tienes que hacer. Lo que te mandaron hacer y por tanto, tienes que hacerlo sin demora…

Moraleja. Cuando el diablo te encarga un trabajo, mejor que lo hagas, porque ni Dios ni una Diosa Salvaje lo van a impedir, de una u otra manera.

La Diosa Salvaje

Corre descalza sobre la tierra,

danza con furia bajo la luna,

su risa es trueno, su piel es selva,

su voz es viento que todo lo arrulla.

No hay cadenas que la sujeten,

ni rejas de oro que la dominen,

su espíritu arde, su sangre ruge,

su sombra inquieta, su furia vive.

Es tempestad y es calma eterna,

es la tormenta y es el rocío,

un beso tibio, un filo oculto,

manos que sanan y ojos vacíos.

No pide nada, todo lo toma,

no busca amos, ni da permiso,

diosa indomable, hija del caos,

amante libre del infinito.

Y cuando la invoques, cuando la llames,

si tienes miedo, no la despiertes,

pues en su pecho duerme el misterio,

y en su mirada arde la muerte.

Pasa una buena semana y hasta el próximo programa de No Soy Original | luisbermejo.com.

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