No soy Mr Monster
No soy Mr Monster retoma la vida de John Wayne Cleaver pocos meses después de los eventos del primer libro. Ahora con 16 años, John sigue viviendo en Clayton, un pueblo pequeño y aparentemente tranquilo que aún se recupera del impacto de los asesinatos del «Destripador de Clayton». Aunque logró detener al asesino sobrenatural que acechaba su comunidad, la experiencia dejó marcas profundas en él. John sabe que cruzar la línea para enfrentar a aquel monstruo significó liberar, aunque fuera por un momento, al «señor Monstruo», esa parte oscura de su psique que anhela violencia y caos. Desde entonces, su mayor miedo no es solo lo que hay afuera, sino lo que lleva dentro.
La novela arranca con John intentando mantener su vida bajo control. Sus reglas, esas barreras autoimpuestas que lo mantienen a raya (no mirar demasiado a las personas, evitar situaciones de ira, no acercarse a animales), son más estrictas que nunca. Trabaja en la funeraria familiar junto a su madre y su tía, un lugar que le ofrece un extraño consuelo al estar rodeado de muerte sin tener que causarla. Sin embargo, la rutina no es suficiente para apaciguar al «señor Monstruo», que parece crecer más fuerte cada día, susurrándole pensamientos violentos que John lucha por ignorar. Esta tensión interna es el corazón de la historia: John no solo teme convertirse en un asesino en serie, sino que siente que ya ha dado pasos irreversibles en esa dirección.
La trama se complica cuando un nuevo asesino aparece en Clayton. Los cuerpos de mujeres jóvenes comienzan a encontrarse, cada uno con signos de tortura y un patrón que sugiere algo más que un simple homicida. John, con su conocimiento enciclopédico sobre asesinos en serie, reconoce inmediatamente las señales de un depredador metódico y sádico. Aunque al principio intenta mantenerse al margen, su curiosidad y su deseo de «cazar» lo arrastran de nuevo al juego. Esta vez, sin embargo, no está seguro de si su motivación es proteger a los demás o alimentar al monstruo que lleva dentro. La narrativa alterna entre su análisis frío y racional del caso y los momentos en los que su lado oscuro amenaza con tomar el control.
A nivel personal, John enfrenta nuevas dinámicas. Su relación con su madre, April, está más fracturada que nunca. Ella sabe que algo cambió en él tras los eventos del primer libro y lo vigila constantemente, lo que genera enfrentamientos cargados de emoción. También está Brooke, la chica de la que John siente una atracción que lo desconcierta. En esta entrega, su relación con ella se desarrolla más: John intenta acercarse, pero sus reglas y su miedo a hacerle daño lo mantienen a distancia. Estos vínculos humanos son tanto su salvación como su tormento, ya que lo obligan a enfrentar emociones que no sabe cómo procesar. Además, reaparece la doctora Neblin, su psicóloga, quien sigue siendo una de las pocas personas que intuyen la profundidad de su conflicto interno.
A medida que los asesinatos se intensifican, John comienza a investigar por su cuenta, utilizando métodos que rayan en lo ilegal: sigue pistas, espía a sospechosos y se infiltra en lugares donde no debería estar. Su obsesión lo lleva a descubrir que este nuevo asesino tiene un modus operandi distinto al del «Destripador de Clayton», pero igual de perturbador. Sin revelar demasiado, diremos que el antagonista de esta novela combina brutalidad física con una manipulación psicológica que pone a prueba los límites de John de maneras inesperadas. A diferencia del primer libro, donde el elemento sobrenatural era central, aquí el horror es más terrenal, aunque no menos inquietante.
El punto de inflexión llega cuando John se da cuenta de que el asesino podría estar más cerca de lo que imagina, y que sus acciones lo han puesto en el radar del criminal. Esto desencadena una serie de eventos que lo obligan a tomar decisiones drásticas. Para detener al asesino, John debe dejar salir al «señor Monstruo» de nuevo, pero esta vez el costo es mayor: cada vez que cede a sus instintos, siente que pierde un poco más de su humanidad. La lucha interna se refleja en pasajes introspectivos donde John describe al «señor Monstruo» como una entidad casi independiente, una voz que lo tienta con promesas de poder y liberación.
El clímax del libro es un enfrentamiento visceral y psicológico que supera al del primer libro en intensidad. John se ve atrapado en una situación donde no solo su vida está en juego, sino también su identidad. La resolución del misterio del asesino es satisfactoria, pero deja heridas abiertas: John salva el día, pero a un precio que lo cambia irreversiblemente. Las últimas páginas exploran las consecuencias de sus acciones, tanto en su relación con los demás como en su percepción de sí mismo. El final no es feliz ni definitivo, sino que planta las semillas para los conflictos que seguirán en los próximos libros de la serie.
No soy Mr Monster brilla por su evolución del personaje de John. Si en el primer libro lo vimos como un chico luchando por no convertirse en un monstruo, aquí lo encontramos en una etapa más oscura, donde esa lucha se siente casi perdida. Dan Wells profundiza en su psique con una prosa cruda y directa que mezcla humor negro, análisis clínico y momentos de vulnerabilidad desgarradora. La voz de John sigue siendo el mayor atractivo de la novela: su narración es tan fascinante como perturbadora, haciendo que el lector se debata entre apoyarlo y temerlo.
El libro también mejora en el desarrollo de los personajes secundarios. La madre de John y Brooke ganan más profundidad, y sus interacciones con él añaden capas emocionales a la historia. Sin embargo, algunos lectores podrían encontrar que el ritmo es más lento en la primera mitad, ya que Wells dedica tiempo a construir la tensión interna de John antes de acelerar hacia el desenlace. El cambio hacia un villano más humano también podría dividir opiniones tras el giro sobrenatural del primer libro, pero encaja con el tema de explorar la monstruosidad en sus formas más reales.
En conclusión, No soy Mr Monster es una secuela que amplifica los elementos que hicieron especial a su predecesor: un protagonista complejo, un misterio absorbente y una reflexión sobre la naturaleza del mal. Es una historia sobre el precio de la lucha contra uno mismo, donde cada victoria tiene un sabor agridulce. Para los fans de los thrillers psicológicos con un toque de horror, este libro ofrece una experiencia intensa y memorable que solidifica a John Wayne Cleaver como uno de los antihéroes más intrigantes de la literatura contemporánea.