I robot… Quizá sea un sueño, o una fantasía. Pero a lo largo del año podemos ver que en numerosas ferias de muestras tecnológicas los robot, y más concretamente los de aspecto humano, están evolucionando de manera exponencial. Incluso ya hay un proyecto de “Robot de compañía” que no sabemos si hará labores domésticas, comprará o gestionará la lista de la compra, y nos servirá no sólo para hablar sino para tener relaciones sexuales… Quién sabe… Pero el sueño del robot autónomo no es actual, viene desde la más remota antigüedad y mucha veces se materializó. Aunque ahora se está perfeccionando a velocidad exponencial.
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I robot
Los robots y autómatas a lo largo de la historia: Una visión a través del tiempo
Los robots y autómatas, I robot, hoy presentes en nuestra vida diaria como asistentes virtuales o dispositivos automatizados, tienen una historia que se remonta a milenios. A lo largo de los siglos, el sueño de construir máquinas que imiten o incluso superen las capacidades humanas ha inspirado a inventores, ingenieros y pensadores. Este artículo traza la evolución de los robots y autómatas, desde sus rudimentarias concepciones en la antigüedad hasta los sofisticados sistemas actuales.
Los albores: La antigüedad y los primeros autómatas
Los primeros vestigios de autómatas, I robot, aparecen en las civilizaciones antiguas, donde estos artefactos no solo eran un testimonio de ingeniería avanzada, sino también un reflejo de la imaginación y la espiritualidad de la época.
En la antigua Grecia, Herón de Alejandría (siglo I d.C.) diseñó una serie de máquinas automáticas (I robot), entre ellas un teatro mecánico que representaba escenas mitológicas. Estas creaciones funcionaban mediante sistemas de poleas, pesos y vapor, demostrando un sorprendente conocimiento de la física. Simultáneamente, en la China de la dinastía Han (202 a.C. – 220 d.C.), se documentaron autómatas en forma de pájaros mecánicos y figuras humanas danzantes.
La Edad Media: Máquinas al servicio de la fe y la ciencia
Durante la Edad Media, los autómatas (I robot) se emplearon principalmente en contextos religiosos. Los relojes astronómicos, que incluían figuras animadas como santos o escenas de la vida de Cristo, decoraban iglesias y catedrales en toda Europa. Estos dispositivos (I robot) no solo servían como demostraciones de devoción, sino también como herramientas educativas para enseñar los ciclos celestiales a una población mayoritariamente analfabeta.
El mundo islámico también destacó en el desarrollo de autómatas. Ingenieros como Al-Jazarí (siglo XII) crearon máquinas complejas (I robot), incluidas fuentes automáticas y relojes mecánicos. Su libro «El conocimiento de los ingeniosos dispositivos mecánicos» es considerado un texto fundamental en la historia de la ingeniería.
Renacimiento y revolución industrial: El florecimiento de la automatización
El Renacimiento marcó un renacer en la creación de autómatas(I robot), impulsado por el auge del humanismo y el redescubrimiento de los textos clásicos. Leonardo da Vinci diseñó varios prototipos, como un caballero mecánico capaz de moverse y realizar gestos. Aunque muchos de sus diseños no se construyeron durante su vida, sus ideas influyeron profundamente en generaciones posteriores.
En el siglo XVIII, el auge de los relojeros suizos y franceses llevó a la creación de sofisticados autómatas diseñados para el entretenimiento (I robot). Jacques de Vaucanson, por ejemplo, construyó un pato mecánico (I robot) capaz de imitar el acto de comer y digerir, mientras que Pierre Jaquet-Droz creó máquinas (I robot)que escribían y dibujaban, precursores de los robots programables modernos.
Con la Revolución Industrial, las ideas de automatización encontraron aplicaciones prácticas en la manufactura (I robot). Los telares automáticos, como el de Jacquard, introdujeron tarjetas perforadas para controlar patrones, un concepto que más tarde influiría en la programación de computadoras.
El siglo XX: El surgimiento de los robots modernos
El término «I robot» se originó en 1921 con la obra «R.U.R.» del escritor checo Karel Čapek, que presentaba máquinas humanoides creadas para servir a los humanos. En la vida real, los avances en electrónica y cibernética permitieron la construcción de los primeros robots funcionales. Uno de los pioneros fue Elektro (I robot), un robot presentado en la Feria Mundial de Nueva York en 1939, capaz de hablar y realizar movimientos básicos.
En las décadas de 1950 y 1960, la robótica comenzó a integrarse en la industria. Empresas como Unimation desarrollaron los primeros (I robot) robots industriales, diseñados para realizar tareas repetitivas en líneas de ensamblaje. Estos sistemas transformaron sectores como la automoción y la manufactura, aumentando la eficiencia y reduciendo costos.
El siglo XXI: Inteligencia artificial y robótica avanzada
En la actualidad, los robots (I robot) han superado los límites de la física y la mecánica tradicionales gracias a los avances en inteligencia artificial (IA). Robots como los de Boston Dynamics (I robot) pueden realizar tareas complejas como correr, saltar y mantener el equilibrio en terrenos irregulares. Por otro lado, la robótica doméstica, representada por dispositivos como aspiradoras automáticas o asistentes virtuales como Alexa, se ha integrado en la vida cotidiana.
La exploración espacial también depende en gran medida de los robots. Rovers como Curiosity y Perseverance han ampliado nuestro conocimiento sobre Marte, mientras que los brazos robóticos en la Estación Espacial Internacional asisten en misiones críticas.
Reflexiones finales
La historia de los robots y autómatas es una crónica de la creatividad humana y su deseo de entender y replicar la vida (I robot). Desde los simples mecanismos de la antigüedad hasta los sistemas inteligentes actuales, estos avances reflejan cómo la tecnología ha evolucionado para responder a nuestras necesidades y aspiraciones. A medida que la robótica continúa desarrollándose, plantea también preguntas éticas y filosóficas sobre la naturaleza de la humanidad y nuestro lugar en un mundo cada vez más automatizado.
I robot
Otros temas en el programa I ROBOT de esta semana:
Cancelar el woke
Todo lo que viene y se pone de moda acaba cambiando. Esta sucediendo ahora que se procede a cancelar el woke. Nos lo han implementado a la fuerza, lleno de absurdo, privilegios a unos pocos y contradicciones haciendo que la gente, a poco que piense, se harte de tanta estupidez. Los grandes adalides y defensores de lo woke han sido pillados con la mano en el carrito de los helados, o más directamente con las manos en las entretelas y entre las piernas y claro, no puedes defender públicamente lo que luego practicas en privado. Es como si un amante y practicante de BDSM dijese en público que es un firme defensor del amor romántico.
Cien años de soledad, la serie.
En episodios pasados os hablé del libro “Cien años de soledad” de Gabriel García Marquez, cuando aún no había visto la serie. Una vez que la he visto os traigo esta reseña con lo que me ha parecido la hasta ahora primera parte de dicha serie.
Esta adaptación, dirigida por Alex García López y Laura Mora, consta de 16 episodios divididos en dos partes; la primera, de 8 episodios, ya está disponible, mientras que la segunda parte tiene una fecha de estreno aún por definir. La serie ha sido producida íntegramente en Colombia, respetando el idioma original de la obra y capturando la esencia del realismo mágico que caracteriza al libro.
El elenco incluye a Claudio Cataño como el Coronel Aureliano Buendía, Diego Vásquez como José Arcadio Buendía y Marleyda Soto en el papel de Úrsula Iguarán, entre otros talentosos actores que dan vida a los miembros de la familia Buendía a lo largo de las generaciones.
La serie ha generado opiniones divididas entre críticos y espectadores. Algunos elogian la fidelidad de la adaptación y la calidad de la producción, destacando la recreación del mítico pueblo de Macondo y la profundidad de los personajes. Sin embargo, otros señalan que la complejidad y riqueza literaria de la novela presentan desafíos difíciles de superar en un formato audiovisual, y que ciertos elementos poéticos y simbólicos pueden perderse en la traducción a la pantalla.
A pesar de las críticas, la serie ha tenido una recepción positiva en términos de audiencia, ubicándose en el top 10 mundial de series de habla no inglesa en Netflix. Esto refleja el interés y la curiosidad que ha despertado esta ambiciosa adaptación de una de las obras más importantes de la literatura latinoamericana.
David Lynch. In Memoriam
Hace poco nos ha dejado del director David Lynch, Se nos ha ido uno de mis directores favoritos. A él le debemos muchas lecciones sobre cómo hacer cine. Cómo llevar al cine lo que su imaginación desbordaba. Películas como “Mulholland Drive”, “Terciopelo azul” o series como “Twin Peaks” permanecerán siempre en nuestra memoria y en la historia de este, DEP, director.
In Memoriam: David Lynch (1946–2025)
El mundo del arte, el cine y la televisión ha perdido a una de sus figuras más enigmáticas y visionarias. David Lynch, quien falleció el 19 de enero de 2025 a la edad de 79 años, deja tras de sí un legado que redefinió los límites de la narración y la creatividad en el siglo XX y XXI. Su capacidad para transformar lo cotidiano en algo profundamente inquietante, su maestría al explorar los rincones más oscuros de la mente humana y su habilidad para jugar con la lógica del sueño y la realidad, lo consolidaron como uno de los artistas más influyentes de nuestro tiempo.
El visionario de lo surreal
Nacido el 20 de enero de 1946 en Missoula, Montana, David Lynch se formó como pintor antes de aventurarse en el cine, y esta formación visual marcó profundamente su obra. Su primer largometraje, Eraserhead (1977), fue una declaración de intenciones: un relato visceral y perturbador que le aseguró un lugar en la historia del cine experimental. A partir de ahí, Lynch continuó desafiando las normas con títulos como Blue Velvet (1986), una exploración de la perversión y el deseo en la aparente tranquilidad de los suburbios estadounidenses, y Mulholland Drive (2001), considerada por muchos como una obra maestra del cine moderno.
En televisión, su serie Twin Peaks (1990-1991; 2017) revolucionó el formato del drama televisivo, creando una mezcla única de misterio, surrealismo y drama humano que influiría en generaciones posteriores de creadores. La pregunta “¿Quién mató a Laura Palmer?” se convirtió en un fenómeno cultural, mientras que el regreso de la serie en 2017, con Twin Peaks: The Return, reafirmó su reputación como un maestro de lo inesperado.
Más allá del cine
El talento de Lynch no se limitó a la gran pantalla. Fue un prolífico pintor, escultor, músico y creador de instalaciones artísticas. Su obra plástica, que a menudo comparte el mismo carácter inquietante de su cine, se ha exhibido en galerías de todo el mundo. También exploró el sonido y la música, colaborando con artistas como Angelo Badalamenti, cuyo trabajo en bandas sonoras como Twin Peaks y Blue Velvet fue inseparable del universo lyncheano.
Su plataforma digital David Lynch Theater y sus proyectos más recientes demostraron su pasión incansable por experimentar. Ya sea a través de cortometrajes, meditaciones diarias o relatos surrealistas. Lynch también fue un ferviente defensor de la Meditación Trascendental, que consideraba fundamental para su creatividad y su equilibrio personal.
Un legado eterno
Lynch dejó una marca indeleble en el cine y la cultura contemporánea. Su estilo único e inimitable, caracterizado por el uso audaz del sonido, la composición visual meticulosa y las narrativas fragmentadas. Lo diferenciaron de sus contemporáneos y lo convirtieron en un referente para las nuevas generaciones de artistas. Su influencia se extiende desde directores como Denis Villeneuve y Guillermo del Toro hasta creadores de series como Damon Lindelof y Noah Hawley.
Más allá de su contribución al arte, Lynch también era conocido por su espíritu amable. Su sentido del humor excéntrico y su visión optimista de la humanidad. En palabras del propio Lynch: “Las ideas son como peces. Si quieres atrapar peces pequeños, puedes quedarte en aguas poco profundas. Pero si quieres atrapar peces grandes, tienes que ir más profundo”. Con su partida, el mundo pierde a un buscador incansable de esos peces grandes.
Hoy, recordamos a David Lynch no solo como un cineasta y artista. Sino como un verdadero innovador que nos enseñó a mirar más allá de lo evidente. Y abrazar la belleza y el misterio de lo desconocido. Su legado vivirá eternamente en cada obra que nos dejó y en cada espectador que se atreva a perderse en su universo.
No quiero matarte – Capítulo 21
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