Hace poco saltó a los medios de comunicación la noticia de que una empresa, Colossal biosciences, había revivido, de-extinguido, al lobo gigante o “direwolf”. ¿Es esto del todo cierto o hay gato (lobo) encerrado? ¿Qué hay de cierto sobre resucitar especies? Tras una visita detenida a la página web de la empresa y ahondar un poco en el tema, desde el punto de vista genético y los procedimientos que han seguido, analizamos qué hay de cierto en esa noticia y si realmente ha sido así. Además reflexionaré sobre los objetivos de esta empresa que asegura pronto de-extinguirá al Mamut e incluso al Neandertal… ¿Para qué?
Contenidos:
RESUCITAR ESPECIES EXTINTAS | 06×34
En abril de 2025, la empresa estadounidense Colossal Biosciences anunció un hito en el campo de la biotecnología: la creación de tres cachorros de lobo gris modificados genéticamente para replicar las características fenotípicas del extinto lobo terrible (Aenocyon dirus), una especie que desapareció hace aproximadamente 10.000 años. Los ejemplares, denominados Rómulo, Remo y Khaleesi, nacieron entre octubre de 2024 y enero de 2025, y actualmente se encuentran en una reserva natural privada en Estados Unidos. Pero… ¿Qué hay de cierto en esto de resucitar especies?
Tecnología de edición genética avanzada
A diferencia de los intentos tradicionales de clonación, Colossal empleó la tecnología de edición genética CRISPR-Cas9 para modificar 14 genes clave en células progenitoras endoteliales (EPCs) de lobos grises, introduciendo 20 rasgos específicos del lobo terrible. Este enfoque permitió replicar características como un mayor tamaño corporal, una cabeza más robusta y una coloración blanca del pelaje, sin incorporar directamente ADN antiguo en el genoma de los lobos grises.
Proceso de desarrollo y nacimiento
El proceso comenzó con la extracción y secuenciación de ADN antiguo de dos fósiles: un diente de aproximadamente 13.000 años hallado en Ohio y un hueso del oído de unos 72.000 años encontrado en Idaho. A partir de esta información, los científicos identificaron las diferencias genéticas entre el lobo gris y el lobo terrible. Posteriormente, las células modificadas se utilizaron para crear embriones, que fueron implantados en madres sustitutas caninas seleccionadas por su salud y tamaño adecuado. De los 45 óvulos manipulados, tres embriones viables resultaron en los nacimientos de Rómulo, Remo y Khaleesi mediante cesáreas programadas.
Debate científico y ético
Aunque Colossal presenta a estos animales como una forma de “resurrección” del lobo terrible, como que han conseguido resucitar especies, la comunidad científica debate si se trata verdaderamente de una de-extinción o de lobos grises modificados genéticamente. La empresa reconoce que los ejemplares no son genéticamente idénticos al Aenocyon dirus, pero argumenta que representan una aproximación funcional al fenotipo de la especie extinta. Este proyecto plantea interrogantes sobre la ética de la manipulación genética y el papel de tales animales en los ecosistemas actuales.
Implicaciones para la conservación
Más allá del impacto mediático, este avance tiene implicaciones significativas para la conservación de especies. Colossal ha aplicado técnicas similares para clonar lobos rojos, una especie en peligro crítico de extinción en Estados Unidos, con el objetivo de mejorar la diversidad genética y apoyar programas de reproducción en cautiverio. Además, la empresa continúa investigando la posibilidad de revivir otras especies extintas, como el mamut lanudo y el tilacino, con la esperanza de restaurar funciones ecológicas perdidas y aumentar la biodiversidad.
En resumen, la creación de Rómulo, Remo y Khaleesi representa un avance notable en la ingeniería genética y abre nuevas perspectivas en el campo de la de-extinción y la conservación de especies. Sin embargo, también invita a una reflexión profunda sobre los límites éticos y ecológicos de tales intervenciones en la naturaleza.
Temas extraídos del programa de esta semana:
Origen de las SS y la Gestapo
Disclaimer: La temática tratada se orienta a conocer la historia tal como fue, no se pretende apoyar ni ensalzar ideologías y se hace sólo con fines educativos.
Los dos cuerpos más temidos durante el Tercer Reich fueron sin duda las SS y la Gestapo. Veremos cuáles fueron los motivos de su formación, qué necesidades cubrían y los diferentes baremos que sufrieron en su historia para acceder a pertenecer a alguno de ellos. Añadir que estos cuerpos del terror no sólo se forman en regímenes de totalitarismo de derechas sino que forman parte de cualquier régimen totalitario, recuerden las checas o las políticas comunistas demicidas de regímenes del otro bando cuyas cifras de genocidio superan en 3 veces las cometidas por el nacismo.
El origen e historia de las SS y la Gestapo: del poder oculto al terror oficializado
En el convulso escenario de la Alemania de entreguerras, surgieron dos de las instituciones más temidas y simbólicas del régimen nazi: las SS (Schutzstaffel) y la Gestapo (Geheime Staatspolizei). Ambas organizaciones, con funciones distintas pero complementarias, fueron piezas clave en la consolidación del poder totalitario de Adolf Hitler y en la ejecución de los crímenes más atroces del siglo XX. Comprender su origen e historia es fundamental para analizar el funcionamiento interno del Tercer Reich y el aparato de represión que sometió a millones de personas en Europa.
Las SS fueron creadas en 1925 como una pequeña unidad paramilitar destinada a proteger a los líderes del partido nazi, especialmente a Hitler. En un principio, estaban subordinadas a las SA (Sturmabteilung), las “camisas pardas”, que cumplían funciones de choque en las calles. Sin embargo, bajo el liderazgo de Heinrich Himmler, quien asumió su dirección en 1929, las SS comenzaron a transformarse en una organización elitista, ideológicamente adoctrinada y absolutamente leal al Führer. Himmler reorganizó la estructura de las SS para convertirlas en una fuerza autónoma, con sus propios sistemas de seguridad, inteligencia y campos de entrenamiento.
A partir de la llamada “Noche de los cuchillos largos” en 1934, en la que Hitler purgó a la cúpula de las SA, las SS asumieron un rol central en la represión política y se consolidaron como la guardia pretoriana del régimen. Su poder creció de forma exponencial durante la Segunda Guerra Mundial, extendiéndose a través de las Waffen-SS, su brazo militar, y la red de campos de concentración y exterminio, que fueron gestionados por la rama conocida como SS-Totenkopfverbände. Las SS no solo fueron una organización policial, sino también un experimento de ingeniería racial y social, promoviendo la ideología de la superioridad aria y seleccionando a sus miembros mediante estrictos criterios “genéticos” y de lealtad.
Por su parte, la Gestapo fue creada en 1933 por Hermann Göring en Prusia, poco después de que Hitler llegara al poder. Su función inicial era desarticular a los enemigos del nuevo Estado nazi, principalmente comunistas, socialdemócratas y sindicalistas. Posteriormente, pasó a ser controlada por las SS y se integró en la estructura del RSHA (Reichssicherheitshauptamt), la Oficina Central de Seguridad del Reich, dirigida también por Himmler. La Gestapo se convirtió en el órgano principal de vigilancia y represión interna, con amplios poderes para arrestar sin orden judicial, espiar a los ciudadanos y coordinar las deportaciones hacia los campos de concentración.
Lo más inquietante del poder de la Gestapo fue su capacidad para actuar con impunidad legal. Las denuncias anónimas, las delaciones y la creación de un clima de miedo generalizado fueron parte de su estrategia de control social. Contrario a lo que se cree, la Gestapo no era omnipresente: su poder residía más en el temor que inspiraba que en su número real de agentes.
Ambas organizaciones desaparecieron con la caída del Tercer Reich en 1945. Durante los Juicios de Núremberg, las SS fueron declaradas una organización criminal, y muchos de sus líderes fueron condenados por crímenes de guerra y contra la humanidad.
El estudio de las SS y la Gestapo no es solo un análisis del pasado; es una advertencia sobre cómo el aparato burocrático puede convertirse en una maquinaria de terror cuando se combina con ideologías totalitarias y la pérdida de los controles democráticos.
Nunca lo son
La sobrina se ha puesto de moda últimamente, pero no es algo del presente o del reciente pasado, no, de toda la vida siempre se ha buscado “colocar” en algún puestecito a familiares más o menos cercanos, amigas íntimas o sobrinas a las que se quiere tener a mano para que te acompañen a un viaje y que tus noches no estén solitarias.
En otros tiempos se las conocía como secretarias, pero claro, como su nivel no era precisamente ese, el “hombre de negocios” solía tener dos, una que era la auténtica y otra que era la “suplente” que acudía a deshoras para algún trabajito de última hora. Es la misma historia de siempre. ¿O es que ya nadie recuerda la película “Pretty Woman”?
“Sobrinas” al estilo Pretty Woman: el secreto a voces del poder y el lujo
En los márgenes del poder, lejos de los focos oficiales pero cerca de las decisiones que mueven fortunas y gobiernos, habita una figura tan sugerente como polémica: la de las llamadas “sobrinas”, un eufemismo utilizado con cinismo para referirse a jóvenes mujeres que acompañan a políticos, empresarios o figuras de alto perfil en contextos donde lo formal se entrelaza con lo íntimo. Aunque algunas veces el término se usa de manera irónica o incluso como simple chisme, en otras muchas ocasiones oculta dinámicas de relaciones transaccionales disfrazadas de afecto, elegancia y compañía.
Inspirado en el arquetipo que popularizó el cine con Pretty Woman —la historia de una prostituta de lujo que termina involucrada sentimentalmente con un magnate— este modelo se ha adaptado a la realidad de ciertas esferas del poder en las que las apariencias lo son todo. Estas “acompañantes discretas”, presentadas muchas veces como “sobrinas”, “amigas de la familia” o “colaboradoras”, asisten a cenas de gala, cumbres internacionales, viajes oficiales o encuentros privados donde su presencia aporta un barniz de juventud, belleza y sofisticación que complementa el aura de poder del anfitrión.
Lejos del amor romántico hollywoodense, lo que predomina en estos entornos es un juego de intereses y conveniencias. La “sobrina” ofrece compañía, discreción, presencia física impecable y, en algunos casos, habilidades sociales que superan con creces lo que se espera de una acompañante decorativa. A cambio, recibe regalos, viajes, estatus y, a menudo, una posición privilegiada en determinados círculos que le permite escalar social o económicamente. Aunque no todas estas relaciones implican necesariamente favores sexuales, muchas están impregnadas de una tensión erótica implícita o explícita.
Este fenómeno no es nuevo, pero ha mutado con los tiempos. En décadas pasadas, se hablaba de “mantenidas”, “queridas” o “amantes”, pero el vocabulario se ha sofisticado. Ahora, en una era de hipocresía institucional y corrección política, el sistema encuentra nuevas formas de camuflar lo de siempre. Las “sobrinas” son parte del decorado de un teatro de poder donde la verdad se esconde tras protocolos, silencios y sonrisas entrenadas.
La existencia de estas figuras no es solo una curiosidad morbosa. Habla de cómo el poder sigue usando cuerpos como moneda simbólica, de cómo ciertas mujeres son integradas a las élites no por méritos ni capacidades, sino por una estética funcional al patriarcado. Y también revela la doble moral de un sistema que condena públicamente lo que celebra en privado.
En algunos casos, la historia da un giro inesperado y la “sobrina” termina ganando protagonismo, construyendo su propio espacio, e incluso superando al hombre que la introdujo en esos círculos. Pero son las excepciones. La mayoría permanece en la sombra, atrapada en una relación tan inestable como desigual.
Detrás de una etiqueta aparentemente inocente se oculta una realidad incómoda que muchos prefieren ignorar. Las “sobrinas” del poder son el síntoma de una sociedad que aún no sabe distinguir del todo entre la sofisticación y el servilismo envuelto en lentejuelas.
El quinto elemento
El quinto elemento es una de esas películas en cuyo primer visionado puede y parece un bodrio, pero oye, es entretenida, tiene acción y al final te quedas a verla. Los que sorprende en un principio es su ambientación kitsch, pero pronto se descubren guiños a otras películas como Blade Runner, eso si, caricaturizados hasta lo grotesco. ¿Quién no ha visto más de una vez “El quinto elemento”? Yo confieso que la he visto varias veces y hay escenas que nunca olvidas. Al final se ha convertido en una película de culto.
Reseña de El Quinto Elemento: ópera espacial entre lo absurdo y lo sublime
El Quinto Elemento (The Fifth Element, 1997), dirigida por Luc Besson, es una de esas películas que dividen al público entre quienes la consideran una obra maestra del cine de ciencia ficción y quienes la ven como una extravagancia visual sin sentido. En cualquier caso, no deja indiferente. Con un guion tan desbordante como su diseño de producción, y una mezcla ecléctica de géneros que van desde la ópera espacial hasta la comedia absurda, la cinta se ha convertido con el tiempo en un título de culto, y no sin razón.
Ambientada en el siglo XXIII, la historia gira en torno a una amenaza cósmica que pone en peligro toda la vida en el universo. La única salvación reside en la reunión de los cuatro elementos clásicos —agua, tierra, fuego y aire— con un misterioso “quinto elemento”, que encarna nada menos que el amor. El protagonista, Korben Dallas (Bruce Willis), es un taxista exmilitar que se ve arrastrado a esta epopeya galáctica cuando en su vehículo cae, literalmente, Leeloo (Milla Jovovich), una enigmática y poderosa mujer creada a partir de restos alienígenas.
La narrativa no es el punto más fuerte de la película. De hecho, el argumento puede parecer trivial o incluso incoherente en algunos tramos. Pero El Quinto Elemento no pretende ser una historia profunda al estilo de Blade Runner o 2001: Odisea del Espacio; su apuesta es otra: ofrecer una experiencia sensorial explosiva, un viaje visual y estético que coquetea con la ópera, la moda, el cómic europeo y la sátira futurista.
Visualmente, la película es una fiesta. El diseño de producción, obra de Jean Giraud (Moebius) y Jean-Claude Mézières —figuras claves del cómic francés—, ofrece ciudades verticales, trajes estrafalarios diseñados por Jean-Paul Gaultier y criaturas de todo tipo que parecen salidas de una fusión entre Star Wars y Barbarella. El resultado es un universo barroco, kitsch, exagerado, pero innegablemente original.
En cuanto al reparto, Bruce Willis encarna a su clásico antihéroe: duro, cínico pero con buen corazón. Jovovich, con su mezcla de fragilidad y fuerza, ofrece una interpretación icónica que ha quedado grabada en la memoria del cine noventero. Pero quien se roba la pantalla es Gary Oldman, en el papel de Jean-Baptiste Emanuel Zorg, un villano extravagante y caricaturesco que combina la amenaza con lo ridículo. Y por si fuera poco, está Chris Tucker como Ruby Rhod, un personaje que bordea el histrionismo más absoluto y que, pese a dividir a la crítica, ha quedado como uno de los grandes símbolos de la película.
La banda sonora, compuesta por Éric Serra, mezcla electrónica, coros de ópera y percusión tribal con resultados sorprendentes. La célebre escena de la Diva Plavalaguna cantando el “Lucia di Lammermoor” es un momento de puro goce audiovisual.
El Quinto Elemento no es una película para todos. Es caótica, excesiva, a ratos ridícula. Pero también es única, arriesgada y visualmente fascinante. En un panorama cinematográfico cada vez más estandarizado, su audacia estética y su descaro narrativo siguen siendo un soplo de aire fresco que, casi tres décadas después, aún brilla como una joya imperfecta del cine fantástico.
El único amigo del demonio – Capítulo 6
El único amigo del demonio – Capítulo 6 – Audiolibro en Español – Voz real
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