Profesores.
Cuando vemos la imagen que ilustra el post, seguramente rememoremos nuestra época estudiantil en el que los chicos y las chicas, deseaban tener una profesora o profesor «llamativo».
No vamos a discutir si tener enfrente a alguien que nos atrae puede o no ser un inconveniente para que nos de clase.
Cada cual tendrá su propio criterio, aunque en mi caso particular, diré que cuando la profesora es agradable de oír y ver, así como de tratar, puede ser uno de los factores que haga prestar mas atención en las clases e interés por la asignatura.
Aunque sea como excusa para ir a su despacho a consultarle dudas, siempre y cuándo se pueda uno abstraer de sueños eróticos durante las clases.
En mi época universitaria sucedió alguna vez, aunque su sistema de enseñanza no variaba demasiado al de otros profesores.
Otra forma de atraer y seducir al alumnado es la manera de enfocar las clases sobre una asignatura.
Tu profesor/a puede ser feo, nada agradable de ver, pero las cosas que cuenta hace que te interese mucho la asignatura.
Profesores
Es posible que encontraras en tu época estudiantil a profesores «quemados» que se dedicaban a «soltar el rollo» y nada mas, y eso da igual, sucede tanto en la enseñanza pública como privada (ahora concertada).
Pero de vez en cuando destaca alguien, que si tienes la suerte de conocer, hace que te cambie el concepto totalmente.
Sucedió con D. Santos, nombre poco común, y me tocó como profesor de filosofía, me dio clase en 3º de BUP (eso ya no existe), y probablemente descanse en paz ya que cuando me dio clase era bastante mayor.
Muchos le llamaban loco, porque contaba historias de ovnis, informática (en aquellos años incipiente), misterios….
Lo he recordado muchas veces, pero especialmente hoy, cuando oí a Iker Jiménez hablar en La Nave del Misterio del Sistema Prusiano de nuestra educación, y la desidia que nos produce tanta saturación sin saber muy bien cómo relacionarla con la vida…
Está claro que los estudiantes odian estudiar, aunque cuando entran en el mundo laboral y pasan unos años, añoran sus años estudiantiles, porque ya no recuerdan esa parte mala de los años de estudios.
En las clases, nos dan tanta información, que nos satura, y hay tanto temario que apenas da tiempo a otras actividades, por lo que cuando estamos en tiempo de ocio, nos alejamos de todo aquello que implique estudiar.
Dicen algunos que incluso esto forma parte de una conspiración ideada para que aprendamos lo que les interesa, quién sabe a quién, y no nos preguntemos sobre nada mas.
Profesores. Pero a veces hay profesores que se alejan de ese método prusiano de enseñanza.
Este profesor, D. Santos, experimentado, sabía las horas que tenía al año para dar toda la asignatura y la distribuía por semanas, tantos temas, toca a tantos por semana.
Unas veces era sólo uno, por su densidad, y otras tocaba dos, por su ligereza.
Tenía 4 horas semanales para impartirlo y su método era sencillo: Dedicaba uno o dos días a subrayar lo importante y contestar preguntas.
De vez en cuando hacía hincapié en lo que teníamos que hacer para aprobar su asignatura: Hacer un esquema del tema.
En el examen el que ponga el esquema aprueba con 5. Si explicas el esquema ya vas para nota.
Este método, en realidad, es aplicable a cualquier asignatura, así que lo adopté para todas ellas y, la verdad, me fue muchísimo mejor.
Era mas fácil aprenderse un esquema, leerse algo dos o tres veces, y en el examen pones el esquema aprendido y si te queda tiempo, lo explicas.
Profesores. Si estáis leyendo atentamente os habréis preguntado qué se hacía en clase el resto del tiempo, pues cada semana sólo se empleaban una o dos horas para cada tema, ¿y el resto?
El resto, D. Santos, nos contaba historias o «batallitas». Recuerdo de sus labios haber oído por primera vez hablar de «la mujer de la curva» que se aparece de madrugada en la carretera para avisarnos de un tramo peligroso.
También recuerdo de cómo nos explicaba la maravilla de la informática que con el lenguaje binario de 1 y 0 era capaz de expresar cualquier cosa, si, cosas dispares, lo se.
También recuerdo cómo en muchas clases ponía en tela de juicio la «existencia de Dios», en realidad tema muy ligado a la Filosofía; y sobre la teoría existente de que los ángeles que aparecen en la Biblia podrían ser extraterrestres.
También nos hablaba del Universo y en definitiva, un sin fin de temas enfocados a un propósito que nunca explicó, pero que si sembró en alguno de sus alumnos, que no en todos ya que en general, se le tomaba un poco a «chufla».
¿Y qué es lo que D. Santos pretendía?
Es muy sencillo:
Que nos preguntáramos sobre todas las cosas, que intentáramos averiguar el por qué, que no nos quedáramos en conformarnos con lo que nos dicen.
Él, me hizo ver las cosas de otra manera, y disfrutar de lo aprendido y no dejar nunca de aprender, y cada día, al preguntarme por lo que acontece, investigar y seguir aprendiendo.
Sólo soy un ser defectuoso, y no siempre encuentro las respuestas, pero por lo menos intento aproximarme a ellas.
Profesores. Ese profesor de filosofía, hizo que poco después, en las clases que solía dar en verano para que los alumnos de BUP y COU recuperaran las asignaturas, le explicara a una alumna para qué servían las Matemáticas y la Física y Química.
Esa explicación hizo que esta chica, tras 3 años sin aprobar esas asignaturas, en sólo un mes, aprobara todo y tras aprobar la Selectividad, se matriculó en Matemáticas.
No me hizo falta contarle historias, solo me hizo falta «ganar» una hora y media de clase explicándole la aplicación de las matemáticas al Universo, a La Tierra, y a las cosas que nos rodean y usamos diariamente.
No hay nada más estimulante que explicar para qué nos valdrá esa cosa tan abstracta que en Bachiller nos dan como derivadas, integrales, resolución de ecuaciones, etc….
D. Santos ya descansa en paz, mas no en mi memoria, pues desde que me dio clase, jamás he dejado de aprender, ni ha decaído mi interés de aprender y desaprender lo aprendido, si no era exacto.
Pasa una buena semana y hasta el próximo programa de LuisBermejo.com | luisbermejo.com.
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