Es curioso pero el ser humano tiene un comportamiento extraño en cuanto a cómo se enfrenta en la vida a la misma situación en diferentes momentos.
Hace muchos muchos años, cuando me llamaron mis compañeros de clase de FPII de Informática de Gestión (nocturno), que cursaba yo a la vez que Ciencias Biológicas, para que les diera clases de recuperación en una academia (según parece la directora no tenía profesores para dar ese tipo de clases, y los propios alumnos le indicaron que yo podría darles clases, ya que era el que mejor nota había sacado del curso), me puse muy contento y como era jóven, estudiante, y por tanto el dinerito me venía genial, accedí a pesar de ser en pleno verano y además por las tardes que es cuando mas aprieta el calor. La verdad es que me pagaron muy bien, tenía dos grupos, el de mis propios compañeros, otro de 2º BUP (en aquellos entonces) para recuperar una asignatura optativa de informática, y otros tres, estudiantes de varios cursos de Ingeniería Informática, que venían a aprender mecanografía y MS-DOS. Pero «fueraparte» del dinero, que como estudiante es un buen estímulo, nos pongamos como nos pongamos, la satisfacción fue enorme cuando mis compañeros de FPII aprobaron todos, sin excepción.
Pero no es por esto por lo que escribo este artículo, y tampoco lo hago para echarme flores, sino para contaros una enorme paradoja situacional…
En aquellos entonces le cogí el gusto a dar clases y siempre tenía a alguien para ello, en academias o a nivel particular. Una vez que empecé a trabajar en lo mío, la informática, decisión que me llevó alguna bronca en casa dado que abandoné los estudios de Biológicas, las clases particulares pasaron de ser a estudiantes a empresarios y a su personal, para enseñarles como se manejaban los programas que yo mismo hacía para sus empresas.
Después vinieron los chinos con los ordenadores clónicos y me reciclé, empezando a trabajar en un campo diferente, pero nunca abandoné la docencia porque los conocidos siempre sabían de alguna academia donde daban clases y me llamaban a mi para darlas.
Ha sido en esta época de crisis, cuando, al quedarme desempleado, el orientador laboral, viendo mi curriculum, me sugirió que hiciera un curso de Formador Ocupacional y que por lo menos me certificara para trabajar en cursos de la Junta de Andalucía. Ademas el título te vale para optar a empresas que no te conocen, por si sale algún curso. La verdad es que esta formación me está viniendo genial, pero las sensaciones que estoy teniendo son de lo mas paradójicas…
Jamás, y cuando digo esto lo afirmo con rotundidad, me he puesto nervioso cuando he ido a dar una clase. Siempre he sabido de lo que iba a hablar y de las tareas a realizar durante la clase, sin demasiada preparación, 30 min. a lo sumo y clase preparada… Y ha salido bien, sin problemas, y con un feedback de aprendizaje bastante satisfactorio, máxime cuando son alumnos de asignaturas que luego van a evaluarse en su Colegio-Universidad.
Tampoco me he puesto nervioso cuando he tenido que hablarle a un auditorio numeroso. Mi prueba de fuego en la Universidad fue exponer un trabajo en mi clase (ante 200 alumnos) y luego repetir esa exposición, dado el éxito del tema que trascendió, en el Aula Magna, donde el numero de alumnos superaba en mucho los 1000.
Pero es ahora, en este curso, cuando me encuentro con la paradoja; las dos simulaciones mas importantes, la primera, y la final, me están poniendo en un brete. Me han llevado mas de 3 horas preparármelas, la primera y mas de 10 días la segunda. ¡Increible!.
Recuerdo que en la primera simulación, la que te hacen en el curso para ver cómo te defiendes. Me puse muy nervioso, a pesar de dominar el tema (Historia de Apple). La noche anterior incluso me costó conciliar el sueño… ¡Qué cosas!
Pero ahora, en la Simulación Final, aunque lo he llevado con tranquilidad hasta hoy, me estoy empezando a poner nervioso (es sábado por la mañana y la simulación es el Lunes, justo el día de mi Santo).
Ciertamente, el tema de la simulación está pensado hace ya un mes, lo escogí cuando el monitor me «sugirió» que no lo hiciera de mi programación, para no cansar a la gente con el Mac, sino que eligiera un tema de informática en Windows. No tengo problemas en dar clases de programas en Windows, de hecho son los mas solicitados, pero yo le contesté, tras reflexionarlo, que mejor lo hacia de algo que no requería informática alguna, y en todo caso, de requerirla, daba igual el sistema operativo, así que decidí hablar sobre GTD (Gettings Things Done). Cuando el monitor me preguntó lo que era, le interesó mucho, sobre todo porque a él le podría servir, y además yo pensé que en vez de aburrir a los compañeros con el tema de Apple, hacia el que ninguno siente verdadera inquietud, salvo alguno, no todos, por lo menos podría transmitir una información útil para su organización personal, que a la vez transmitieran a sus alumnos cuando sean docentes.
Bueno, pues llegaron las dificultades, porque yo hago GTD desde hace bastante tiempo pero no es lo mismo hacerlo, sistemáticamente que explicarlo. Así que debí recopilar información y reflexionar mucho sobre cómo enfocar la simulación (clase), cómo realizar el Keynote (o power point para los winduseros), la aplicación practica en Gmail, el anecdotario, etc… En definitiva, intentar abarcar todo lo aprendido para superar la simulación lo mas eficazmente posible.
Pues bien, he aquí la paradoja: Los nervios. El hecho de saber que vas a ser evaluado hace que aparezca en mi un sentimiento que antes nunca apareció y que será condicionante, ¿cómo superarlo?.
Por mas que me digo a mi mismo que en un curso de FPO no te suspenden, si se supone que has debido aprovecharlo, y ya sea por hacer las cosas bien, por amor propio, o por dejar una buena impresión para ser recomendado en un futuro como docente, quiero que salga bien. Pero… esos nervios… no son por hablar, a eso estoy acostumbrado, ni es por dar clases, no me preocupa, son por ser evaludado, sin duda.
.