Si tienes la suerte de tener abuelos, eres afortunado. Si son accesibles y están sanos, mucho mejor. Los abuelos son una figura distorsionada en el colegio, nos enseñan esa figura tierna y paternal que lleva a sus nietos al colegio o lo cuida mientras sus padres trabajan, pero no llegan mas allá.
Los Abuelos
Quizás sea porque nuestra era tecnológica no los ubica, la frase «abuelo, tu de móviles no entiendes», o «abuelo, tu de internet no sabes nada», puede ser cierta muchas veces, pero no siempre. Hace 20 años, cuando muchos de nuestros avances actuales no existían, no era raro que si tu abuelo era una persona medianamente culta o curiosa, le preguntaras a él; porque aunque no lo fuera mucho, si que tiene algo que no tenemos nosotros o no tiene un niño: Tiempo e inquietud.
Cuando un niño o un adolescente con una relación sana con sus abuelos le preguntaba, el abuelo si no sabía la respuesta, iba a esa biblioteca, en la que no faltaba una voluminosa Enciclopedia, y lo buscaba para ti.
En otros casos, el abuelo te llevaba a una biblioteca pública y te enseñaba cómo buscarlo, como dar la caña y no el pescado.
Hoy eso se ha perdido, tenemos al otro gran abuelo: Google.
Pero ¿cuántos de nuestros jóvenes saben usarlo? Probablemente muchos, pero también aseguro que muchísimos no saben, o no se entretienen en aprender. Y entonces, ¿dónde queda la figura de los abuelos?
Me hizo mucha gracia el otro día viendo un programa de televisión (abuelos gamberros) dónde «nuestros abuelos» si que sabían de todo lo que los jóvenes piensan que no saben, y la cara de éstos jóvenes era todo un poema. Salían abuelos haciendo bromas sexuales, tecnológicas, o alucinógenas y quienes lo oían, «lo flipaban». Esa pareja de abuelos que paraba a un joven para que entrara en la farmacia para comprarles viagra, o esa otra abuela que hablaba en voz alta por el móvil organizando una fiesta y diciendo a su imaginario interlocutor que iba a llamar a fulanito para que trajera «la maría» y que luego enviaba un whatsapp a menganita para que no olvidara la cachimba y que cuando llegara a casa llamaba por Skype a zutanita para que se trajera las botellonas del chino.
Otro programa muy famoso sobre mayores es el que lleva dos lustros en Canal Sur conducido por Juan Imedio donde las personas mayores van a buscar pareja y/o compañía y/o amor. Independientemente de lo que muchos creen, la dinámica del programa se basa en que estas personas mayores que van, cuentan su vida, unas veces buena y otras veces menos buena, porque la experiencia es una gran fuente de sabiduría, y son tratados con tal respeto, que ya quisieran muchos. Y en resaltar sobre todo que ellos también tienen derecho de ser felices, o al menos intentarlo, el tiempo que les quede.
La sociedad tiende a desconsiderar que por tener años ya no vales, pero hay algo que nuestros abuelos tienen: Mucho tiempo libre. Y afortunadamente existen asociaciones en las ciudades, centros de mayores, donde se promueven actividades para nuestros abuelos, no sólo lúdicas, sino muchas veces también culturales, y estos abuelos que nunca supieron cómo usar un ordenador, porque sus hijos decían «tu de esto no entiendes», aprenden y hasta se hacen sus reportajes de fotos, suben sus vídeos a youtube y tienen un perfil en facebook.
Aún con todo esto, no auguro mucho futuro a los abuelos, a menos que el sentido de la educación cambie. Pero está claro que a los que mandan les interesa mas tener una sociedad inculta, que no lee, que no investiga, que no tiene curiosidad y que relaciona el saber con el estudiar. Aunque siempre quedará el abuelo tecnológico de internet o la robótica. Pero hay algo que esto último no tiene, intuición y calor humano, el instinto de conservación, la curiosidad, las ganas de saber, sobre todo cuando no depende de que otro te evalúe, sino que lo haces por propia satisfacción.
Si tienes la suerte de tener abuelos, sanos, disfruta de ellos antes que la vida o el alzheimer se los lleve, y si no están sanos, cuídalos porque gracias a ellos tu existes. Mas vale echarles de menos habiéndolos disfrutado, que no teniendo esa suerte, porque también los echarás de menos.