Aquel año tu vida cambió cuando por tu cumpleaños te regalaron un diario que convertiste en tu Diario Oculto. Era un libro pequeño, tamaño cuartilla, con una bisagra con cierre de llave pequeña y frágil. Durante todo ese año llenaste aquellas páginas con mayor o menor frecuencia sin demasiado interés y sin saber muy bien para qué lo hacías. Aunque te gustaba mucho leer, no encontrabas mucho sentido a escribir en un librito las cosas que sólo tu podrías leer.
Diario Oculto
Cambiaste el día que descubriste que tu madre comenzó a leer tu diario. Era fácil de abrir apenas con un clip y un poco de maña. No tenías pruebas de que en verdad lo leyera, así que un día colocaste un pelo tuyo entre las páginas 21 y 22. Al día siguiente, en efecto, tu cabello seguía ahí, pero entre las páginas 30 y 31. Sin duda, cuando tu madre abrió el diario para leerlo, el pelo se desprendió y volvió a colocarlo con cuidado aunque en distinto lugar.
Pero lejos de montar en cólera, buscaste el modo de aprovecharte de aquello. Viendo que ese diario se acababa compraste uno mayor, tamaño folio, con el mayor número de páginas posibles, no tan infantil. Te aseguraste de que el cierre era igualmente fácil de abrir, aun sin contar con la llave, a propósito. Ahora que sabías que tu madre te leía, decidiste inventarte otra vida. Escribiste, por ejemplo, que habías discutido con tus amigas, o que te sentías horrible y acomplejada con la ropa de tu armario, o que ya no tenías ganas ni motivos para salir de casa. Todo era mentira, claro, pero aquello acabó surtiendo el efecto deseado.
Tu madre, visiblemente preocupada por lo que leía a escondidas, empezó a animarte a que salieras más. Te cambió la hora de llegar a casa permitiendo que llegaras mucho mas tarde e incluso llegó a darte un buen dinero para renovar tu vestuario.
Aquel año tus notas fueron malas. En tu diario escribiste que, de haber tenido un ordenador portátil donde clasificar los temarios y buscar información adicional por internet, sin duda habrías aprobado mates y conocimiento del medio, te aprovechaste y además escribiste que como no tenías un smartphone no podías comunicarte con tus amigas y que éstas te daban de lado porque no podían chatear contigo por el móvil ni subías fotos de lo que estabas haciendo.
Esas navidades, sin siquiera pedirlo, tu madre te regaló el ordenador, y por tu cumpleaños un smartphone de última generación.
Pasaron los años y ahora me cuentas que tu madre nunca llegó a saber nada de aquello. De hecho, ahora estás casada, y has empezado otro nuevo diario con la intención de forzar el mismo efecto en tu marido.
Sospecha que tienes un amante, y el diario es tu forma de hacerle creer que no.
.