No sé por qué, me acordé de ti. Un deja vu. Te vi sentada en aquel sitio, a mi derecha. Te observé comiendo y conversando de lo bien que lo pasabas cada día, de que hablar de trabajo te cansaba, de las cosas comunes y cotidianas de la vida. Te contemplé mirándome de reojo y simulé no darme cuenta. No respondí a tus abrazos, simplemente por cobardía. No sé por qué, me acordé de ti. No sé por qué, si ya no estás.
Deja vu
Recordé esa tarde que ponía fin al verano. Si hubiera sabido que era la última me habría mostrado más afable, pero bueno, nada obtengo recordando el pasado, que ya se fue y permanecerá sólo en la memoria de quien desea recordar. Recordé esa tarde que ponía fin al verano.
Ha pasado el tiempo, mi vida en nada o en mucho ha cambiado, qué mas da. La tuya ni idea, a veces pienso que estás bien, por algo no te has mencionado. Quizás haciendo las cosas de siempre, por otros lados. No es fácil olvidarlo todo, bueno, al menos para mí no lo es.
No sé por qué, me acordé de ti. Esta vez te vi lejano, avanzando, avanzando. Recorriendo sitios a los que nunca antes habías llegado. Ya no te extraño, quizás ese recuerdo es la despedida y espero no perpetuarlo.
Déjà Vu: El Eco del Tiempo
He estado aquí antes, lo sé, lo presiento,
en esta calle de piedra y silencio,
en este susurro que rompe el viento,
en cada latido que dicta el tiempo.
La puerta entreabierta, la brisa en mi piel,
el sol que titila en un amanecer.
Las voces lejanas, las risas sin dueño,
los rostros difusos que surgen del sueño.
Un paso, un roce, un aire escondido,
todo es nuevo, pero ya vivido.
El reloj avanza y yo me detengo,
¿es este mi ahora o un viejo recuerdo?
Las sombras se pliegan, juegan conmigo,
se enredan, se escapan, me dejan perdido.
Las mismas palabras, el mismo gesto,
el mundo girando sobre su eco.
¿Es un error de la mente dormida,
o un hilo invisible que une las vidas?
¿Será que ya fuimos, que ya caminamos,
que en otros inviernos nos encontramos?
Siento el perfume del aire mojado,
sé lo que sigue, lo tengo grabado.
Un giro, un cruce, un rostro en la acera,
un roce en el alma, una historia entera.
Y cuando lo nombro, cuando lo acepto,
se rompe el hechizo, se apaga el efecto.
La imagen se borra, el ciclo termina,
pero sé que vuelve… siempre regresa,
como un murmullo en la brisa fría.
Porque en este juego de azares y rumbos,
quizás el tiempo no sea tan justo,
quizás lo vivido no quede atrás,
sino que el destino nos haga girar.
.
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