Es evidente que la importancia de ser creídos es vital. En muchos aspectos, nuestra forma de comunicar puede dar lugar a que digamos lo que digamos no nos crean, o a que dichas formas contribuyan a la misma, según sepamos manejar bien tonos, pausas, vocabulario, etc.
Credibilidad
Es por ello y otras cosas que ciertos locutores, por ejemplo, tienen mas credibilidad que otros, y que ciertos maestros de la expresión, digan cosas que ni siquiera son reales, y sean creíbles, bien apoyados solamente por la expresión, o por un número de amiguetes y seguidores incondicionales que apoyarán dicha «verdad» aunque se diga que dos mas dos son cinco.
Cuando nos levantamos y comenzamos nuestra jornada, solemos leer la prensa, encender la radio, la televisión o el ordenador y empezamos a recibir noticias. Desayunamos o merendamos mientras leemos el periódico, y cuando tenemos tiempo libre, nos vamos al cine, vamos a hacer deporte, paseamos o nos reunimos con amigos. Hagamos lo que hagamos, todo ello pueden ser considerados como «medios de comunicación», cada uno con sus peculiaridades, y nos están transmitiendo información constantemente y nosotros la asimilamos de forma instintiva.
Pero hay muchas veces que ciertos medios, como Internet, o las propias personas con las que interactuamos, se muestran incapaces de dar esa información de una manera precisa. ¿Recuerda alguien allá por el año 2000, que muchos recibimos un correo electrónico que afirmaba que cierto grupo de música tenía simpatía y financiaba a cierto grupo terrorista? Obviamente los miembros del grupo se apresuraron a desmentirla. O aquella otra famosa historia que se difundió de que en un programa muy famoso de televisión ocurrió cierto hecho con un famoso cantante, un perrito y la mermelada… Nadie vio esas imágenes, ni siquiera existían, pero todo el mundo afirmó verlas. Este tipo de fenómeno se conoce como «Hoax», bulo en castellano.
Es por ello que internet es considerado como un medio cuya credibilidad es más que discutible. Cualquiera puede escribir un correo, o inventarse un texto y ponerlo en la web, sin usar fuentes, sin contrastarlo, en definitiva, sin realizar la labor periodística de depurar la información antes de transmitirla. Y cualquiera puede leerlo y creérselo. No digamos si además se aportan «pruebas» que cualquiera con cierta maña puede crear o manipular a su antojo, con el único fin de hacer daño y desprestigiar a otro desde su tribuna de seguidores incondicionales y acérrimos.
La película Ciudadano Kane, opera prima de Orson Wells, y única de la que obtuvo un Óscar, aparte del honorífico de 1970, nos cuenta la vida de William Randolf Hearst, el creador de la «prensa amarilla«. Es decir, periodismo sin o casi sin fuentes, muy alejado de la realidad, que sólo busca titulares e historias impactantes para vender. Él mismo se definía con una frase muy significativa: «Yo hago historias». Efectivamente, su forma de hacer periodismo llevó en 1898 a la guerra hispano-estadounidense, convenciendo al público de que Estados Unidos debe ir a la guerra contra España, a través de historias que más adelante se mostraron falsas y ello hizo que la prensa hace mas de un siglo perdiera mucha credibilidad.
Pasó algo muy parecido durante la Primera Guerra Mundial, cuando las naciones mas poderosas del mundo empezaron a controlar medios de comunicación para usarlos como propaganda, moralizando con falsas hazañas a sus soldados y ridiculizando los movimientos enemigos. Esto pasó en casi todos los países y en casi todos los bandos, tanto ganadores como perdedores.
No hay duda que requiere un gran esfuerzo recuperar la credibilidad tras haberla perdido, pero es posible, y el periodismo lo ha demostrado. Los actos que quitan credibilidad se ven fuertemente golpeados por aquellos que lo otorgan. En la película de George Clooney, «Buenas noches y buena suerte«, se nos muestra al presentador de la CBS, Edward R. Murrow, como la imagen del periodista ético y responsable que se preocupa por defender la libertad. Y gracias al esfuerzo de grandes profesionales y del trabajo bien hecho se ha conseguido en el último siglo recuperar la credibilidad perdida por el trabajo mal hecho.
La red está trabajando en ello. La misma Wikipedia dejó escrito durante mucho tiempo que ellos no son una fuente de información primaria; y ahora ponen en sus artículos mas fuentes que nunca. Con el tiempo y el trabajo bien hecho, internet, probablemente, reconquistará la credibilidad perdida. Pero para ello habrá que contar con la labor de profesionales que sepan lo que hacen, que estén dispuestos a pelear por transmitir una información veraz y contrastada.
Como seres humanos podemos equivocarnos y cometer un error, pero cuando se hace a propósito para conseguir un fin, ya tiene un valor muy negativo. Pero con un trabajo bien hecho se puede demostrar y llegar a recuperar la confianza que se perdió debido a uno mismo o a manipuladas informaciones y opiniones.
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