Cine cine cine
Que el cine es mágico, es algo que nadie lo duda… Su descubrimiento lo fue y sigue siéndolo hoy en día.
Cine cine cine.
¿Quién no recuerda de niño cuando tus padres te llevaban a ver una película en el cine? Quizás hoy en día se va menos, el precio de la entrada es una limitación, pero durante el siglo XX era quizás uno de los mayores acontecimientos que uno podía realizar con la familia, los amigos o la pareja. Aún hoy, reconozco que junto con la lectura, es una de las fuentes de entretenimiento que mas pueden abstraerte, recozigarte, culturizarte y disfrutar del tiempo en el que estés realizando la actividad. La hora y treinta minutos de media que dura una película, si te atrapa de una u otra manera, es sin duda un placer.
Cine cine cine. Géneros de cine hay muchos, y películas malas también, pero las buenas son todo una muestra de arte. Con los años, sin duda, no busco grandes objetivos cuando veo una película, simplemente con que me entretenga es suficiente, no pido mas, eso si, si pago una entrada, quiero que la película sea buena, para ver una película mala, hay otros canales. Y esto es algo de lo que la industria del cine y las salas de exhibición deben tener en cuenta. Durante muchos años se le achacó la crisis del cine a la piratería, cuando todos sabemos que la crisis se debe a salas de cine mal acondicionadas, películas que no valen mucho y precio excesivo de las entradas. En numerosas ocasiones se ha demostrado que en el día del espectador y en sesiones especiales, con entradas mucho mas baratas, las salas se han llenado, lo cual demuestra que la piratería no es el enemigo del cine, sino que lo es la propia industria que, como ocurrió con la música, no supo canalizar su modelo de negocio, hasta que llegó la tienda de iTunes y mas tarde modelos como Spotify.
Pero no vamos a entrar aquí en un debate sobre este tema, sino en mi propia relación con el cine, en si misma.
Cine cine cine. En mi familia, cuando llegaba el fin de semana, era muy habitual ir al cine sábados y domingos siempre que la cartelera lo permitiera, afortunadamente el dinero no era un impedimento, lo cual, siempre agradeceré a mis padres, pues en vez de gastarlo en otros temas, lo gastaban en algo que de manera directa o indirecta, daba cultura. En casa si me decían que no a muchas cosas, pero si pedía un libro o ir al cine, nunca me lo negaron.
A mi el cine me encanta, en aquellos años de niñez y pubertad no sabía mucho de cine, ni de negocio del cine, ni de industria, ni de términos técnicos de cine, iba, veía la película, me gustaba o no y punto, que por otra parte cuando se tienen 15 años o menos, ya es suficiente.
Fueron los avatares de la vida que llegada mi adolescencia empezaron las distracciones y en vez de centrarme en estudios, me centraba mas en salir, amigos y chicas, lógico ¿verdad? Así que por petición propia y harto de andar siempre estudiando, incluso los veranos, pedí que me internaran en un famoso colegio por aquellos entonces, por su dureza y exigencia y a 90 km de mi ciudad. Luego descubrí que de duro y exigente nada, simplemente había que seguir unas normas de hábito de estudio para aprobar las asignaturas y salir los fines de semana, a casa, con los amigos, las «juergas» y las chicas. Claro que si no seguías las normas, si que era muy posible que no salieras de allí en semanas y que te cayera algún sopapo que otro por no seguir esas normas, algo merecido y que si bien no corrige, creo que a nadie traumatizó, yo no puedo saberlo porque a mi no me dieron ninguno, pero creo que a Bertín Osborne le cayeron mas de uno y míralo, ahí sigue y nada traumatizado, sino todo lo contrario.
Cine cine cine. Lo que sí está claro es que si bien las horas de clases y estudios eran largas, no había mucho tiempo de aburrirse, pero en las horas de «recreo» si, porque aparte de fumarte unos cigarrillos con los compañeros (en aquellos años no estaba tan mal visto) o fumarte algo más fuerte que algunos lo hacían, yo no, porque me sentaba fatal y me ponía malísimo, poco había que hacer, entre o bien el frío o el calor, no apetecía nada jugar al tenis, por ejemplo, que había pista, pero no había gente con la que jugar, por lo que ni siquiera pregunté si se podía… Pero de pronto un profesor de Matemáticas, D. Alejandro Delgado entró en una de las horas de estudio y preguntó por quiénes querían asistir a una actividad denominada «Cine-Club» y sorteó las plazas disponibles entre los que levantamos el brazo y nos apuntamos. Los medios no eran muchos, una televisión, un aparato de vídeo de cinta y unas sillas incómodas que como la actividad estaba dividida en dos sesiones de una hora cada una, era soportable.
Durante la primera sesión, D. Alejandro nos hablaba de la película que íbamos a ver y nos daba algunas consideraciones técnicas. Puso películas de todos los géneros, y nos explicaba las técnicas de rodaje y algunas anécdotas, veíamos la película en el tiempo que quedaba, seguíamos al día siguiente y si había tiempo, debatíamos un poco sobre la misma. Descubrí términos como Traveling, plano-secuencia, ángulo, barrido, «flash back», plano, secuencia… Términos básicos muchos y otros más profundos que no vienen al caso.
También D. Alejandro nos explicaba particularidades de películas, y por la vehemencia de sus explicaciones, deduje que era un gran apasionado de los clásicos, pero claro, en aquellos tiempos, el material que nos podía exhibir era el publicado en cinta de vídeo o los que grababa de su propio televisor, internet aun no existía, ni los plazos para pasar de la sala de exhibición a vender en cinta de vídeo eran tan cortos como ahora. Era como la música, que o te comprabas el LP o la Cassette o tenías un club de amigos para que alguien comprara el LP y los demás pidiéramos que nos hicieran una copia en cinta, reservando las de cromo para los mejores, y las normales para grabar de la radio.
A D. Alejando le debo esa semilla de cultura, pero también le maldije durante un tiempo, sin alevosía, porque durante algunos años fui incapaz de ver una película sin fijarme en todas las técnicas utilizadas para filmarla, lo cual, hizo que no disfrutara de algunas y lo hiciera mucho de otras, gran contradicción. Lo único que lamento es que en aquellos años era un chico vergonzoso con un profundo respeto a mis profesores, lo cual no me hizo conversar con ellos como hoy en día hubiera querido hacerlo, de hecho, aún guardo mucho respeto por aquellos que tienen algo que aportarme y lo pierdo por quien no me aporta nada, lo cual es lógico.
Cine cine cine. Pasaron los años y cuando ya estaba trabajando, tenía un grupo numeroso de conocidos entre los cuales había algunos a los que nos gustaba quedar para ir al cine, lo hacíamos incluso 3 veces en semana si había películas que merecieran la pena, aunque lo habitual era ir una vez en semana. Algunos de ellos fueron invitados a realizar un programa de cine en una televisión local.
Cuando yo conocí al productor, y sabiendo él de mi forma de ver cine, al salir el tema comentando un par de películas, me invitó a ir al programa en el que intervine dos veces. Yo pensaba que ese programa no lo veía mucha gente, y cual fue mi sorpresa que al día siguiente de mi primera intervención, al bajar con mi jefe a desayunar, el kioskero me felicitó y también el camarero del bar donde desayunábamos…
No se por qué, percibí un gesto incómodo de mi jefe, así que no le di mucha importancia, porque entre otras cosas, yo sabía que el «ambiente» del programa estaba enrarecido, o al menos lo percibía, debido a mi incorporación. Según me comentó el productor, el programa se cerró por discusiones y afán de protagonismo y porque alguien no quería que la persona que tenía mas conocimientos técnicos y con opiniones muy técnicas participara, como digo, son palabras del productor, no mías, yo no me considero para tanto…
Lo que si se, es que el cine me sigue apasionando y que veo una película cada día, o mas. Desafortunadamente no participo en ninguna revista o medio, por lo que mi acceso a las salas de cine está «vetado» por economía, pero hay otros medios de poder ver cine, mas barato, aunque sea a unos meses de su estreno.
Muchas veces he querido escribir sobre alguna película en este blog, de hecho tengo una fuente enorme de películas recientemente vistas que el lector puede ojear en mi perfil de facebook, va por 500 y subiendo, de todo tipo. Y no están todas las que son, pero si son todas las que están.
Cine cine cine. La experiencia de la vida me ha enseñado a que no todos los premios de festivales son merecedores de tal, o al menos en mi opinión, y que no todos los críticos de cine coinciden con mis gustos, y que a veces una película denominada mala a mí me entretuvo y otras denominadas buenas a mí me pareció bastante normal e incluso pésimas. Por tanto, cuando alguien me pregunta ¿Cuál es mi película favorita? quizás la respuesta más acertada sea «la de mi conciencia».
Puede que escriba sobre películas en este blog, quizás me decida, aún no lo sé, simplemente por qué me inquieta. Quizás lo haga si no tengo inspiración por ningún otro tema en concreto, la verdad, no me veo haciendo un blog sobre lo mismo siempre, aunque está claro que si no te centras en un tema, el blog tiene menos audiencia, pero no es audiencia lo que busco, porque ya deduje y aprendí que en este país si no tienes padrino no te casas, esa parcela ya la exploté en un momento de mi vida y no me interesa en absoluto. Lo que me frenó muchas veces es la razón de por qué escribir sobre algo de lo que tanta gente ya escribió, a fin de cuentas, ¿a quién le puede interesar mi punto de vista salvo a mis mas directos conocidos?… ¿Qué puedo aportar yo sobre lo que ya se ha escrito sobre Alfred Hitchcock, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Stanley Kubrick, Tarantino, Tim Burton, Amenábar, Bigas Luna, Buñuel, García Berlanga, etc. etc. etc.? Cine cine cine.
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