La asertividad se define como una forma de expresión consciente, congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia.
Dicho esto podemos comprender rápidamente que es una habilidad social y puede que lo que muchos creen que es algo innato, es absolutamente adquirida mediante el aprendizaje (educación o práctica). Pero de lo que nadie duda es que a mayor asertividad, mayor carisma o liderazgo, o por lo menos es uno de los factores que más influye para obtenerlo, tanto es así, que es calificada como una de las competencias personales que mas valor tienen, no sólo en el ámbito personal, sino en el empresarial.
Basta darnos un paseo por nuestro entorno (siempre que sea concurrido) para detectar rápidamente defectos graves de la comunicación. Quién no ha visto una pelea por tráfico, o por una no-discusión en una cola, o por motivos en principio totalmente inexistentes. Es evidente que hoy en día, con todos los problemas sociales existentes, unido a un fracaso educacional y cultural, no sólo estamos mas susceptibles, sino que perdemos las formas de una manera inmediata y entramos en una «bronca» por nada y sin hablar, sólo increpamos; de manera que si hubiéramos hablado, con asertividad, probablemente habría sido comprendida la opinión sin dar lugar a la discusión.
Una situación que da cada vez mas lugar a la agresión es la reprimenda al menor. Conozco manifestaciones de una persona con cierto grado de discapacidad visible, que habiendo sido objeto de mofa de un menor, y al recibir la reprimenda, sus progenitores y familiares han ido en tropel a agredir sin mediar conversación al ofendido, pero claro, con el comportamiento del menor, ya estamos diciendo todo sobre el por qué de su aptitud, reflejado en el comportamiento deleznable de dichos progenitores.
Recuerdo de pequeño, que si iba a casa contando que la profesora me había reprendido, mis padres decían «algo mal habrás hecho» dando por sentada la autoridad y buen criterio de la profesora, a no ser que el hecho fuera repetitivo, en cuyo caso muy probablemente la profesora ya habría mandado una nota a los padres para hablar con los progenitores. Hoy en día vemos que ocurre todo lo contrario.
¿Cómo podemos ser más asertivos para evitar conflictos?
Asertividad en la Comunicación
Es algo complicado, precisamente por la dificultad que tenemos de asumir que hemos hecho algo negativo y que lo tenemos que corregir. Ya no nos vamos ni siquiera al perdón, algo que nos cuesta mucho hacer, pedir perdón; sino a admitir nuestros errores unido a la falta de respeto hacia los demás. Llega a ser impresionante lo poco que nos importa la otra persona y la necesidad continua de vencer a través del insulto, la vejación o incluso la agresión física para sentirte superior al otro.
La realidad como especie debería ser que aquí no tenemos que vencer a nadie sino que tenemos que facilitarnos la vida unos a otros. Que estamos en un planeta común vagando por el espacio haciendo nuestra existencia y que cuanto mas nos ayudemos los unos a los otros mejor será dicha existencia. Produce por tanto bastante tristeza los comportamientos tales como usar a las otras personas para reirse, burlarse o molestar.
En cualquier caso no siempre se puede ser asertivo, ya que muchas veces decir lo que se piensa no nos lleva a buen término, por lo que hay que valorar hacia quién nos dirigimos. Si le dices a tu jefe lo que piensas, y no se lo toma bien, puede que te quedes sin trabajo. Aunque también podríamos aprender a recibir y manejar las críticas, siempre que el interlocutor use la asertividad en dicha crítica y no lo haga desde el menosprecio y el insulto. Pero en todo caso, ha de ser un sentimiento común y universal que no todo el mundo cumple.
Véase un ejemplo: Vas conduciendo y alguien que sale de una calle confluyente se salta un ceda al paso, le llamas la atención con un toque de claxon, y entonces hay dos tipos de reacciones, la asertiva, del que saca la mano y se disculpa, la no asertiva, del que frena, sale del coche y se va a por ti para agredirte, sin mediar palabra.
Y es curioso por que en el colegio nos enseñan los valores de grupo, de colaboración, de trabajar en equipo; pero según vamos avanzando en la vida y en la formación, ya empieza la competitividad, y quizás por eso siempre queremos vencer y estar por encima del otro. Premios al mejor vendedor, que satisface al que vende y llena de envidia al que no llega al objetivo, o lo despiden por no llegar. Otros ejemplos muy del día a día: Las «luchas» entre cadenas de televisión y radio por ser el mas visto u oído. El número de seguidores en Twitter y Facebook o de lectores de tu blog o tu web…
Vencer es, sin duda, la seguridad del débil, éste necesita imperiosamente vencer; el que se siente con fortaleza no necesita aplastar a otro. Y a pesar de que mediante la educación intentan inculcarnos valores de cooperación, ya de niños existe el vencer al otro mediante la mofa y el insulto (al empollón, al que lleva gafas, al mas gordito, etc.)
Por tanto y está muy claro, al menos por mi parte, que no siempre lo ideal, que sería la asertividad, es compartida por todos, ya que la competitividad es algo tan asentado en nuestra sociedad, que se convierte en una contradicción. ¡Una lástima!.
.
Deja una respuesta