A Victor García Valero (Podcaster de lascosascuriosas.com).

A Victor García Valero.

No se si éramos muchos los que lo sabíamos, pero él si era consciente de que otra vida le esperaba pronto. El decidía dónde llegaba su amistad y donde su vida privada. Fue discreto e inteligente, y sin hablar del tema dejaba entrever su final, sin esperar nada, resignado, aunque siempre luchando, pero sobre todo respetando. A cada uno de sus amigos le dió su tiempo y su espacio, y nunca una opinión influyó, se formaba su opinión de su propia experiencia. Lo que nunca hizo: Perder su humor y su sana ironía. A pesar de estar mal, siempre tenía una palabra de ánimo para los demás y para provocar la sonrisa sincera.

Para ti, Victor, descansa en paz.

El día que yo muera
no quiero lazos de flores,
ni dolores prefabricados
entre pañuelos que absorben…

No quiero lamentos farsantes
de manos y pies descalzos,
ni lagrimillas baratas
compradas en un teatro…

Que se rompan los cantos que arrullen
al sonido de… ¡Cuan bueno era!
No quiero que nadie sufra
y mucho menos que mienta…

Para el día de mi muerte
no necesito jarrones de adorno,
que arropen la loza fría
mientras me pudro en lo hondo…

Ni quiero que nadie diga…
¡Cuánto lo siento, de veras!
Si no me abrigan en vida
para qué quiero que me quieran…

El día que yo muera
saldrá el sol con más brillo
porque mi alma desnuda
descansará con alivio,
la lluvia será transparente
como las manos de un niño…

Porque me iré sin rencores
sin haber causado daño,
porque nací para darme
y no para un contrato…

El día en que por fin descanse
de todo lo frío y negro,
nacerán miles de estrellas
para reinar en el cielo…

Poema de Mariaeimil

Un Abrazo, estés donde estés.

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A las Cosas Curiosas

Benditas sean las cosas curiosas,

las que aparecen sin ser sospechadas,

las que se esconden en tardes lluviosas

y en los cajones de cartas olvidadas.

La llave oxidada sin dueño ni puerta,

un reloj que atrasa y nunca despierta,

el eco lejano de un niño que ríe

sin que haya nadie en la casa vacía.

El gato que mira un rincón sin sentido,

el viento que gira sin haber sonido,

los ojos que sienten que alguien los mira

cuando la noche se vuelve tranquila.

Las calles que llevan al mismo lugar,

los nombres que el aire parece nombrar,

las veces que algo se dice dos veces

como si el mundo nos diera reveses.

La sombra en la foto que nadie vio,

la luz que parpadea sin razón,

un libro con notas de un viejo lector

que cuenta una historia que aún no pasó.

¿Por qué la nostalgia llega sin nombre?

¿Por qué nos persigue un aroma de azufre?

¿Por qué hay canciones que erizan la piel,

como si el alma supiera por qué?

Las cosas curiosas, los hilos del mundo,

los lazos ocultos de un sueño profundo.

Quizás sean trucos, quizás coincidencias,

o solo preguntas sin una respuesta.

Pero qué bello es vivir con asombro,

perderse en el juego del tiempo y su polvo,

y ver en lo simple, en lo que no importa,

la magia escondida de las cosas curiosas.