#55 Mi Cuerpo Arde

Mi cuerpo arde.

¿Quién no ha tenido una relación a distancia?… Es terrible verdad… Si ya de por si viviendo cerca entre trabajo y compromisos se hace a veces difícil verse imaginaos cuando además te separan cientos de kilómetros y planificar un fin de semana largo.

O un puente es un suplico, no por el tiempo que pasas sino por que cuentas los días, horas y minutos que aún faltan para verse, y el cuerpo arde.

Pero no hace falta que esto sea así y ocurra de esta manera, aún viviendo cerca, puede ocurrir que sólo podáis veros los fines de semana y claro:

La semana se hace larga no, larguísima y claro, con tanto tiempo esperando, el cuerpo arde.

Tampoco hace falta llegar a esos extremos, puede que si que podáis veros todos los días y que durante todo el día estéis contando las horas y minutos que faltan para verse y claro, el cuerpo arde.

Pero ya estáis cansados o cansadas de esto y como todo funciona muy bien, vivís juntos para veros mas tiempo y aunque te despediste en el desayuno aún falta para verse unas cuantas horas.

Y a pesar de estar saciados no es suficiente y claro, durante el día, el cuerpo arde.

Y da igual de cuánto mas vaya a durar la pasión o lo que quiera que sea lo que produzca esto, el caso es que mientras esté ahí que bueno que es aprovecharlo y disfrutar de cada momento.

Y si el cuerpo arde que rico es saber que te están esperando para aliviar y saciar el ardor y disfrutar de cada momento juntos…

Sea como sea, aunque el cuerpo arde, siempre podemos encontrar lo que narra nuestra historia de hoy que si bien no nos va a saciar plenamente, si que nos calmará un poco, aunque muy probablemente al terminar,

#55 Mi Cuerpo Arde | luisbermejo.com | podcast

Mi Cuerpo Arde

Mi cuerpo arde, sin fuego, sin llamas,

es brasa escondida que nunca se apaga.

Arde en la piel, en la sangre que grita,

en noches sin tregua, en besos que agitan.

Arde en la furia de un sueño prohibido,

en manos que buscan, en labios rendidos.

Arde en el pulso que salta sin miedo,

en un eco oscuro que pide su credo.

Mi cuerpo es incendio, es fiebre, es tormenta,

es ola que arrasa, es luz que revienta.

No hay agua que calme este ardor encendido,

no hay sombra que apague lo que va conmigo.

Que arda mi cuerpo, que tiemble la vida,

que el fuego consuma la duda escondida.

Porque en este incendio de rojo infinito,

arder es lo único que aún necesito.

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