#158 Ojalá pudiera probar

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Poesía

Ojalá pudiera probar

Ojalá pudiera probar 
tu cuerpo, tu ser, tu esencia.

Ojalá el verbo se convierta
en carne, la tuya, para poder
devorarte hasta saciar
mi sed por entero.

Si todos tenemos
un propósito en esta vida,
yo deseo que el mío sea
yacer en la cama contigo,
hasta quedarme exhausta,
hasta perder la razón,
hasta quedarme llena
por primera vez en la vida.

No se si el delirio
es una locura
o un estado
consciente del yo.

Sólo se que mi demencia
me lleva a saborear tus palabras,
dejándolas que me traspasen,
que me metan dentro,
muy adentro,
haciendo que esa parte
tuya que anida en ellas
me haga mujer
durante unos minutos.

Gracias por existir,
por haberme encontrado,
por haberme echo
llegar a soñar despierta.

Mientras viva no te olvidaré
nunca pues tu recuerdo,
tu fuerza, tu valor, tus ganas,
hasta tus manos
deslizándose por mi piel,
ha sido tan reales para mi
como tu mismo pese a la distancia.

¡Te deseo! Deseo
que te adentres en mi,
que me cures las heridas,
que me hagas sudar
y gemir a tu lado,…
que me demuestres
que pese a todo y a todos,
sigo siendo una mujer.

Dulces y lúbricos sueños
mi dulce amante virtual”.

Ojalá pudiera probar | luisbermejo.com | podcast

Música: Enigma – «Smell Of Desire«

Ojalá pudiera probar

Ojalá pudiera probar el sabor de los sueños,

esa dulzura intangible que se escurre entre los dedos

como arena dorada en un amanecer de promesas.

Ojalá pudiera probar el susurro del viento,

suavemente embriagador,

como un eco lejano de lo que nunca dije,

de lo que callé por miedo o por prudencia.

Ojalá pudiera probar la nostalgia,

pero no en su amargura de ausencia,

sino en su forma más pura,

esa que nos envuelve cuando cerramos los ojos

y volvemos, por un instante,

a las risas de la infancia,

al tacto tibio de una caricia que ya no está.

Ojalá pudiera probar la luz,

saborearla como un manjar dorado,

sentirla disolverse en mi lengua

hasta volverse parte de mí,

hasta iluminar mis sombras

y darles un nuevo significado.

Ojalá pudiera probar el tiempo detenido,

ese segundo infinito en el que dos miradas se encuentran

y se dicen todo sin palabras,

en el que el universo se encoge

hasta caber en el parpadeo de un beso.

Ojalá pudiera probar lo imposible,

mojar mis labios con la esencia de lo inalcanzable

y descubrir que, tal vez,

todo lo que anhelo ya vive en mí,

esperando el momento en que me atreva a probarlo.